martes, 19 de febrero de 2013

Protocolo mínimo de sala de conciertos.





Interior de la Sala Nezahualcóyotl


Mi hermana y yo llegamos un poco antes de las siete. Faltaba más de una hora para el concierto, pero no nos importó esperar. 

La Sala Nezahualcóyotl, en el corazón del Centro Cultural Universitario, nos recibió con todo su esplendor que sus tres décadas de existencia no han logrado opacar. Estando parado en el vestíbulo uno no se pregunta porqué aquel lugar, es una de las salas de conciertos más importantes no sólo del país, sino de América. 

Las taquillas, en el nivel inferior del edificio contaban con largas filas de gente esperando conseguir una localidad para el programa de aquella noche: El Concierto para Violín de Sibelius y la afamada Sinfonía No. 6 de Piotr I. Tchaicovsky "Patética". 

Dieron la primera llamada, y para entonces ya nos encontrábamos instaladas en las cómodas (demasiado diría yo) butacas en el palco B. Gente de todo tipo comenzaba a llegar: la pareja mayor en la que uno sueña convertirse un día junto a alguien, la pareja joven de apariencia hippie, familias enteras, el abuelo que le explica al nieto qué hacen los músicos que comienzan a afinar en el escenario, señoras con la inconfundible pinta de profesoras, grupos de amigos. 

La gente joven se está acercando a la música clásica. Este pensamiento cruzaba mi mente mientras mis ojos recorrían la sala, y no pude evitar sonreír. 

El concierto dio inicio y no decepcionó mis expectativas. El prodigio de violinista alemana y la OFUNAM enmudecieron al auditorio, que después prorrumpió en una lluvia de ovaciones, para dar paso al intermedio. La Sinfonía Patética comenzó a sonar, de piano a fortísimo, inundando y desbordando la sala de impresionante acústica. Aplaudieron al final del Tercer Movimiento: Un allegro muy vigoroso. Parece el final de la obra. Sólo parece. 

Así como parece que el protocolo en una sala de conciertos es puro sentido común. 

Es bueno que los jóvenes (y todo tipo de personas) se acerquen a la música de concierto; sin embargo también es importante educar respecto al comportamiento que debe obervarse, por respeto tanto a las demás personas que asisten como a los músicos. 

Aquí están un par de reglas sencillas, lo que yo denomino protocolo mínimo de sala de conciertos:

  1. Poner el celular en modo silencioso. Por favor. No necesita mayor explicación, y sin embargo es una de las cosas más usuales el molesto tono en plena ejecución. Nada nos cuesta desactivar las alarmas o desconectarnos del mundo un par de horas. 
  2. Esperar a que sea el final de la pieza para aplaudir. Como un inteligente amigo escribió en su cuenta de Twitter: "Debe haber una confusión pues no hay premios para el que aplaude primero". Al contrario, es socialmente mal visto ser un "aplaudidor precoz". 
  3. Guardar silencio. La más elemental de todas las reglas. Si lo que queremos es ir a contarle nuestra vida a un acompañante una sala de conciertos no es el lugar adecuado. Es por respeto a los artistas, cuyo trabajo requiere un nivel máximo de concentración. 
  4. Evitar la tos escandalosa (dentro de lo humanamente posible). Todos necesitamos toser alguna vez, pero hay que ser decentes; y si estamos enfermos, mejor quedarse en casa. No hace falta ir a formar parte del Coro Monumental de la Tos -bautizado así por otro buen amigo tuitero- , que por alguna razón parece gustar de las partes tranquilas de las piezas, o los silencios entre movimientos para manifestarse con un estallido que parece de broma de mal gusto. 
  5. No introducir comida a la sala. Y menos la clásica bolsa de fritangas que hace ruido cada con sólo tocarla. No es el cine. Para eso hay un intermedio y una cafetería para tomar un refrigerio. 

Todo lo anterior es únicamente para que la experiencia sea más disfrutable para todos. Escuchar una orquesta en vivo, es una de esas cosas en la vida que se disfrutan con todos los sentidos. Vale la pena intentarlo, y puedo asegurarles que van a querer regresar. 

Si a alguien se le ocurren puntos que agregar a este pequeño protocolo, será un gusto leerlos. Por el momento, me despido con mi versión favorita del Concierto para Violín de Jean Sibelius: 








7 comentarios:

  1. Agradezco la gentileza de escribir en tú blog acerca de los Protocolos, comportamientos en una sala de conciertos. Te adhiero un texto de la red y cito:

    ¿Por qué aplaudimos para expresar nuestro regocijo?

    Los antiguos griegos expresaban su aprobación a las obras de teatro vitoreando y aplaudiendo. Los romanos chasqueaban los dedos, aplaudían y hacían ondear la punta de sus togas, o bien, sacudían tiras especiales que se distribuían entre el público para tal propósito.

    En el siglo XVII, chiflar, pisotear y aplaudir era lo correcto para mostrar aprobación a un espectáculo. Tales prácticas se observaron también en las iglesias durante un tiempo, pero cuando el clero prohibió estas manifestaciones, toser, tararear o soplar por la nariz pasaron a ser la forma en que se aprobaba un sermón brillante o un coro bien entonado.

    Los psicólogos afirman que cualquier forma de aplauso satisface la necesidad humana de expresar una opinión, y además da a la audiencia la sensación de que está participando. Palmear una mano contra otra para expresar aprobación posiblemente se derive de palmear la espalda de alguien cuando lo felicitamos. Como los espectadores no pueden palmear a los actores en la espalda, aplauden. Aplaudir también es una forma de expresar la emoción reprimida o el deleite. Los niños y los chimpancés lo hacen espontáneamente.

    Desde la época del Imperio Romano se contrataban personas para que aplaudieran durante un evento. El emperador Nerón pagaba a casi 5,000 plausores para que aplaudieran sus apariciones en público. Ensayaban dos tipos de aplauso: imbrex, con las manos ahuecadas, y testa, con las manos planas.

    Más tarde, se recurrió al truco de colocar entre el público a personas contratadas para aplaudir llamadas claque, palabra francesa que quiere decir aplaudir y animar a los espectadores a que siguieran su ejemplo. Esta costumbre se extendió en los teatros de Nueva York, en el Metropolitan Opera House y todavía era común a principios del siglo XX en los teatros europeos. Algunas veces, claques rivales aplaudían o silbaban en una misma obra.

    Digamos: ¿La gente adulta tose por seguir las antiquísimas costumbres? ¿Tenemos público europeo? ¿Fritura sin chasquido no es fritura? Podemos informar, educar y así formar público educado. Recordemos; "Las masas informadas se convierten en ciudadanos".

    Atte.: Mauricio Quiroz Sánchez

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    1. Excelente aportación. Honestamente no sabía a ciencia cierta el origen del aplauso. Un fragmento con información muy concisa y valiosa. Pero sobre todo me parecen importantes las cuestiones que planteas en el último párrafo: ¿Se tratan las conductas aparentemente indeseables de una manifestación de admiración más de una generación diferente a la nuestra?. Sería interesante ver qué opinan ellos. Probablemente desde su óptica el mutismo absoluto sea una falta de respeto. Me dejas mucho en qué pensar.

      Por lo pronto agradezco mucho el tiempo que te tomaste para leer esta entrada, así como las valiosas opiniones que en forma no siempre voluntaria hemos cruzado por este medio, que es una herramienta poderosísima para acercar a personas con intereses afines.

      Te mando muchos saludos y espero no sea la última vez que tenga el gusto de leer tu opinión en mi blog.

      Osiris D.

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  2. Excelente. Creo que no hay más regla que el sentido común, aunque no sea tan común como debería ser.

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    1. Exacto. El sentido común es, muchas veces, lo menos común. Espero que ese café sea más pronto que tarde joven, mucho tiempo sin platicar. Saludos ;)

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  3. Buena regla de no aplaudir si no hasta el final.....demasiado tarde para mi que aplaudi al final de un movimiento......bochornoso si.....pero entendi que también para ir a un concierto también hay que pprepararse

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  4. ¡Hola!

    Así es, por eso es bueno darle una ojeada al programa antes de que comience el concierto, o en su defecto esperar un pequeño lapso de silencio antes de comenzar a aplaudir, o hacerlo cuando la mayoría lo haga (para no errarle)

    Saludos :)

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  5. Me ha pasado también asistir hace tiempo a un concierto en el que muchos aplaudieron tras el 3erMov de la "Patética" de Tchaikovsky. Cuando la escuché por 1era vez por la radio también aplaudí pero estaba en mi casa, nadie espera un final como ese 4toMov. Quizás el compositor lo hizo adrede para confundir. Sólo hay que tener un poco de paciencia con el público que se apresura al aplaudir, lo de los bocaditos y celulares sí me parece imperdonable. Saludos y te felicito por el blog :)

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